Las intrincadas relaciones éticas entre ciencia y sociedad, hoy más que nunca están vigentes. Aun la iglesia católica mantiene su doctrina inmodificable en esta materia, ni hablar de los fundamentalismos Islámicos. El debate es más antiguo de lo que creemos. José Olivares Pascual (1), en un escrito señala enfáticamente que hoy no es posible la realización de una ciencia pura, sino que el investigador, el hombre de ciencia, se ve inmerso en el circuito ciencia-técnica-sociedad. Así como el estudio del subconsciente ha sacado a luz las motivaciones profundas que creíamos fruto de nuestra libertad, las teorías científicas tienen, como los icebergs una enorme parte sumergida, lo que Edgar Morin ha llamado la zona ciega de la ciencia . El premio nobel Robert G. de medicina, de este año, es un ejemplo clásico, de los avatares de estas sutiles relaciones, descubrió los principios importantes para la fertilización humana, y tuvo éxito en lograr la fecundación de óvulos humanos en tubos de ensayo (o más precisamente, los platos de cultivo celular). Sus esfuerzos se vieron coronados con éxito el 25 de julio 1978, cuando el 'bebé probeta' nació". El hecho suscito una controversia inenarrable, se hablo de remplazar la mano divina, la posición recalcitrante de la iglesia, nunca ha examinado las virtudes del aporte científico. La ciencia nunca para y la tecnología aporta en realizaciones concretas sus logros. La mayoría de los grandes avances de hoy son producto de la maquinaria de guerra, que cuenta con los mayores presupuestos en materia de investigación científica. La historia del internet es un ejemplo típico de este fenómeno. Los descubrimientos científicos, están inmersos en verdaderas batallas económicas y por ello los grandes descubrimientos encubren una guerra que pocos conocemos. Todos sabemos la novela sucia en materia de descubrimientos genéticos. Juan José Ibáñez, en su excelente blog, señala: “La Farmaindustria (casi toda) y la agroindustria (la conocida Montsanto y otras muchas multinacionales con el mismo pelaje) jamás salen bien paradas de cualquier análisis que no proceda de sus procelosas mentes. Corrupción, falsificación de resultados y todo tipo de malas prácticas parecen ser sus señas de identidad. Recordemos que la primera debería preocuparse por nuestra salud, mientras la segunda del abastecimiento de alimentos “sanos”. Sin embargo, las primeras deniegan medicamentos a donde más se necesitan, a la par que soslayan investigar otros sumamente necesarios debido a que no son rentables”(2) . Seria imposible sostener la altísima población mundial sin los avances aportados por la ciencia, pero el siglo pasado paradójicamente fue el de mayor pobreza, hambre, de que se tenga noticia en la historia de la humanidad, se produjeron genocidios, dos guerras mundiales que acabaron con más del 30 % de la población Europea, ahora cuando recuerdo los genocidios, me refiero no solo el perpetrado por Hitler, sino aquellos hechos en los Balcanes, apenas finalizando el siglo, solo hace unos diez años, a las comunidades Islámicas en los Balcanes, para hablar solo de dos casos aberrantes, entre los miles que podríamos citar. Esto quiere decir, que la razón y la ciencia no son garantía ética para la humanidad, para no hablar de las dramáticas relaciones que mantienen con el poder. Aun así la historia de las ciencias y la tecnología, es atractiva y expresa la inmensa capacidad humana. Lo sentimos a diario: Celular, portátiles, celulares, nanotecnología, biotecnología, medicina nuclear…etc. El debate está abierto, a propósito de nobeles.
http://www.eez.csic.es/~olivares/rincon/cciayetica.htm
www.madrimasd.org/blogs/universo/2009/06/27/120940
http://www.eez.csic.es/~olivares/rincon/cciayetica.htm
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1 comentario:
Lo que el hombre en su infinita capacidad pueda experimentar, es un aporte al desarrollo; no solamente humano, sino también al mundo en el cual vivimos, pero si tenemos en cuenta que el universo es infinito, este desarrollo o esta nueva experiencia se va a ser parte de ese todo infinito. Las religiones son temporales y se basan en un supuesto de eternidad. Nadie sabe que sigue; por lo tanto, cualquiera cosa que se diga, es simplemente especulación. Lo que el cientifico ha hecho, no es más, que una aplicación a su razón de ser: Investigar y dar resultados.
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