TRAGEDIAS CIRCULARES
TRAGEDIAS CIRCULARES
No está aun cuantificadas el número de masacres y asesinatos sin resolver en Colombia, a pesar de las evidencias contundentes que señalan algunos responsables, incluyendo a ciertos miembros de las fuerzas militares, a personajes connotados de la sociedad y empresas (multinacionales) importantes. Cada vez que se detiene a un militar o un civil implicado las victimas presumen que se hará justicia, pero siempre con el tiempo y gracias a las argucias procesales de los abogados, la impunidad vuelve a reinar, con él ítem oprobioso que hasta la fecha, las victimas nunca han sido reparadas. La detención del general Rito Alejo Del Rio, permite tener la esperanza del carácter reparador de la ley, frente a un personaje, seriamente implicado en masacres en el Uraba Antioqueño. Hasta hace muy poco los paramilitares y autodefensas andaban como Pedro por su casa en esta zona, realizando todo tipo de actos oprobiosos, incluyendo masacres, asesinatos, desaparecimientos y expropiaciones con la mirada complaciente de las autoridades locales, tanto civiles, como militares. Desafortunadamente el país ostenta el record en asesinatos colectivos y por alguno razón histórica que es necesario dilucidar, nunca la justicia aplica los correctivos. Muy a pesar de haberse desmovilizado gran parte del aparato militar de las autodefensas, sus estructuras parecen mantenerse y muchas de las bandas continúan ejerciendo autoridad en grandes zonas de país, dándose ahora una transición de los mandos superiores, por efectos de la extradición realizada de los principales jefes. Nosotros históricamente parecemos no poder escapar a una violencia endémica. A las guerras civiles e injusticias del siglo 19, le sigue una violencia sin parangón en el siglo XX, que se ha vestido de mil formas y pretextos, inaugurada con la guerra de los mil días hasta llegar a la batallas nefastas por la tierra, la violencia política entre el 46-70 y por último las guerras fratricidas dejadas por el narcotráfico y el paramilitarismo con estela de victimas inimaginable, la des-intitucionalidad, la penetración de estas bandas en los principales estamentos del gobierno y las fuerzas militares. Muchas veces hemos tratado de realizar un pacto social via constituyente y por rzones diversar ha sido imposible generar una convivencia sin violencia y en el marco de una democracia real que evite tanta desigualda. Este gobierno vive momentos muy tensos, gracias al efecto que han tenido las investigaciones sobre el paramilitarismo que ha tocado a personajes muy cercanas a sus afectos, en todo caso, a la fecha nadie puede acusar al presidente directamente y es un hecho que su gobierno ha destapado esta hoya, aunque quedan por explicar ciertas relaciones no santas con estos varones del crimen. Solo esperamos que se aplique todo el peso de la ley con aquellos personajes que tienen implicaciones en matanzas pues ya es hora que empecemos a eliminar la campante impunidad que hasta ahora nos caracteriza. Algunas masacres que no se nos pueden olvidar:
MASACRES HECHAS EN NUESTRO TERRITORIO:
La Masacre de San José de Apartadó fue una masacre ocurrida el 21 de Febrero de 2005 de en la vereda Mulatos Medios, corregimiento de San José de Apartado (Antioquia), y en la vereda La Resbalosa, municipio de Tierraalta (Córdoba), en Colombia, donde fueron asesinados 3 niños y 5 adultos entre hombres y mujeres. De la masacre se acusa a varios miembros del Ejercito Nacional de Colombia en compañía de miembros del grupo paramilitar conocido como Autodefensas Unidas De Colombia El ejercito insistió por largo tiempo en que los autores habían sido las FARC.
La Masacre de Bojayá es el nombre con que se conoce la muerte violenta en el interior de la iglesia de BOJAYÁ de entre 74 y 119 civiles como consecuencia de la explosión de un "cilindro bomba" o "pipeta" lanzado por miembros del bloque 58 del grupo guerrillero FARC (FARCP-EP) el 2 de mayo de 2002. El suceso tuvo lugar en el marco de los enfrentamientos armados que en ese mismo pueblo se desarrollaron entre las FARC-EP y los Paramilitares de las AUC, ambas empeñadas en mantener el control de la zona y el acceso al río Atrato.La Masacre de Mapiripán es el nombre con que se conocen los hechos ocurridos entre el 15 y el 20 de julio de 1997, en el municipio homónimo del departamento del Meta, Colombia, que costó la vida de un número no determinado de ciudadanos en manos de grupos paramilitares provenientes de diferentes partes del país.Según declaró ante la justicia Salvatore Mancuso, máximo jefe de las Autodefensas hoy desmovilizado y sometido a un proceso de paz, los grupos paramilitares habrían sido favorecidos por la complicidad del ejército, la policía, algunos habitantes y funcionarios públicos y de asesores norteamericanos en el área.
La Masacre de El Salado, (o El Salao), fue una asesinato masivo que tuvo lugar en la población de El Salado caserío ubicado en los Montes de María a 19 kilómetros de El Carmen De Bolívar, Colombia del 16 al 19 de febrero del año 2000, fue cometida por el Bloque Norte de las AUC(AUC) que comandaba Rodrigo Tovar Pupo alias 'Jorge 40' y con presunta complicidad de miembros de las FARC,[1] donde fueron torturadas, degolladas y decapitadas un número aun sin determinar de campesinos en estado de indefensión entre ellos una niña de seis años y una mujer de 65.
TRAGEDIAS CIRCULARES
No está aun cuantificadas el número de masacres y asesinatos sin resolver en Colombia, a pesar de las evidencias contundentes que señalan algunos responsables, incluyendo a ciertos miembros de las fuerzas militares, a personajes connotados de la sociedad y empresas (multinacionales) importantes. Cada vez que se detiene a un militar o un civil implicado las victimas presumen que se hará justicia, pero siempre con el tiempo y gracias a las argucias procesales de los abogados, la impunidad vuelve a reinar, con él ítem oprobioso que hasta la fecha, las victimas nunca han sido reparadas. La detención del general Rito Alejo Del Rio, permite tener la esperanza del carácter reparador de la ley, frente a un personaje, seriamente implicado en masacres en el Uraba Antioqueño. Hasta hace muy poco los paramilitares y autodefensas andaban como Pedro por su casa en esta zona, realizando todo tipo de actos oprobiosos, incluyendo masacres, asesinatos, desaparecimientos y expropiaciones con la mirada complaciente de las autoridades locales, tanto civiles, como militares. Desafortunadamente el país ostenta el record en asesinatos colectivos y por alguno razón histórica que es necesario dilucidar, nunca la justicia aplica los correctivos. Muy a pesar de haberse desmovilizado gran parte del aparato militar de las autodefensas, sus estructuras parecen mantenerse y muchas de las bandas continúan ejerciendo autoridad en grandes zonas de país, dándose ahora una transición de los mandos superiores, por efectos de la extradición realizada de los principales jefes. Nosotros históricamente parecemos no poder escapar a una violencia endémica. A las guerras civiles e injusticias del siglo 19, le sigue una violencia sin parangón en el siglo XX, que se ha vestido de mil formas y pretextos, inaugurada con la guerra de los mil días hasta llegar a la batallas nefastas por la tierra, la violencia política entre el 46-70 y por último las guerras fratricidas dejadas por el narcotráfico y el paramilitarismo con estela de victimas inimaginable, la des-intitucionalidad, la penetración de estas bandas en los principales estamentos del gobierno y las fuerzas militares. Muchas veces hemos tratado de realizar un pacto social via constituyente y por rzones diversar ha sido imposible generar una convivencia sin violencia y en el marco de una democracia real que evite tanta desigualda. Este gobierno vive momentos muy tensos, gracias al efecto que han tenido las investigaciones sobre el paramilitarismo que ha tocado a personajes muy cercanas a sus afectos, en todo caso, a la fecha nadie puede acusar al presidente directamente y es un hecho que su gobierno ha destapado esta hoya, aunque quedan por explicar ciertas relaciones no santas con estos varones del crimen. Solo esperamos que se aplique todo el peso de la ley con aquellos personajes que tienen implicaciones en matanzas pues ya es hora que empecemos a eliminar la campante impunidad que hasta ahora nos caracteriza. Algunas masacres que no se nos pueden olvidar:
MASACRES HECHAS EN NUESTRO TERRITORIO:
La Masacre de San José de Apartadó fue una masacre ocurrida el 21 de Febrero de 2005 de en la vereda Mulatos Medios, corregimiento de San José de Apartado (Antioquia), y en la vereda La Resbalosa, municipio de Tierraalta (Córdoba), en Colombia, donde fueron asesinados 3 niños y 5 adultos entre hombres y mujeres. De la masacre se acusa a varios miembros del Ejercito Nacional de Colombia en compañía de miembros del grupo paramilitar conocido como Autodefensas Unidas De Colombia El ejercito insistió por largo tiempo en que los autores habían sido las FARC.
La Masacre de Bojayá es el nombre con que se conoce la muerte violenta en el interior de la iglesia de BOJAYÁ de entre 74 y 119 civiles como consecuencia de la explosión de un "cilindro bomba" o "pipeta" lanzado por miembros del bloque 58 del grupo guerrillero FARC (FARCP-EP) el 2 de mayo de 2002. El suceso tuvo lugar en el marco de los enfrentamientos armados que en ese mismo pueblo se desarrollaron entre las FARC-EP y los Paramilitares de las AUC, ambas empeñadas en mantener el control de la zona y el acceso al río Atrato.La Masacre de Mapiripán es el nombre con que se conocen los hechos ocurridos entre el 15 y el 20 de julio de 1997, en el municipio homónimo del departamento del Meta, Colombia, que costó la vida de un número no determinado de ciudadanos en manos de grupos paramilitares provenientes de diferentes partes del país.Según declaró ante la justicia Salvatore Mancuso, máximo jefe de las Autodefensas hoy desmovilizado y sometido a un proceso de paz, los grupos paramilitares habrían sido favorecidos por la complicidad del ejército, la policía, algunos habitantes y funcionarios públicos y de asesores norteamericanos en el área.
La Masacre de El Salado, (o El Salao), fue una asesinato masivo que tuvo lugar en la población de El Salado caserío ubicado en los Montes de María a 19 kilómetros de El Carmen De Bolívar, Colombia del 16 al 19 de febrero del año 2000, fue cometida por el Bloque Norte de las AUC(AUC) que comandaba Rodrigo Tovar Pupo alias 'Jorge 40' y con presunta complicidad de miembros de las FARC,[1] donde fueron torturadas, degolladas y decapitadas un número aun sin determinar de campesinos en estado de indefensión entre ellos una niña de seis años y una mujer de 65.
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