SE RECRUDECE LA VIOLENCIA EN LA CIUDAD DE MEDELLIN
El hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro pensamiento.
El hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro pensamiento.
No existe un estudio sociológico que permita aclarar por qué grandes sectores de la sociedad de Medellín, son frágiles y han sido permeables y franqueados por el fenómeno de la delincuencia común y el narcotráfico, sobre todo en los últimos treinta años, cuales es la genealogía de esta vulnerabilidad, su arqueología. Es preciso explicar la violencia, el tráfico de drogas no solo desde efectos más visibles, del daño material que produce, ni la historia de sus carteles desde la perspectiva más morbosa, sino mirar cuanto existe de ella en el inconsciente colectivo, como la violencia en sus múltiples formas hace parte del imaginario, como se manifiesta en la subjetividad y termina siendo un constitutivo del modo de ser de los individuos. La impostura de un lenguaje especial es un ejemplo típico de los tantos que podrían citarse: “La vuelta, el parse, el personaje, la pinta, el muñeco, los duros, el corone, el gatillero….etc.”. Hubo un momento que la sociedad fue absolutamente penetrada por lo carteles, las instituciones y la ciudad parecía estar al garete. Como siempre la reacción institucional y social con aquello que alguien llamó inteligentemente, las reservas morales, no se hizo esperar y por los años 91-95 se produjo una cruzada que le permitió a la ciudad de Medellín volver a poner las cosas por algún tiempo en su puesto, mirar a los delincuentes como delincuentes y no como señores, generar planes de resocialización, crear más escuelas, re-institucionalizar el orden público en las comunas, implementar valores de convivencia en barrios antes sin pena ni ley, volver por aquellos valores que hicieron a este pueblo un emblema del trabajo y los negocios lícitos. Está claro, que estas campañas no erradicaron los carteles en su totalidad, que a la par el fenómeno del paramilitarismo iba adquiriendo una importancia sin igual con el pretexto de acabar con el secuestro y la guerrilla, parecía que la experiencia de sangre y dolor de la ciudad no hubiese servido de nada, pues de pronto nos vimos asediados de oficinas de cobranzas, bandas dueñas de los andenes, de la celaduría, carteles de extorsión, cada uno con su propio territorio y patente de corso……la ciudad de nuevo volvía ha ser penetrada por la delincuencia común y del peor pelambre, pues ellos no solo aparecen con alianzas no santas con sectores institucionales, sino que se habían convertido en prestamistas, cobradores y socios de muchos negocios de bien. Hace tres meses, el capo de capos de la ciudad por los fracasos de los acuerdos de Ralito termino extraditado y Medellín en estos momentos vive una violencia preocupante, con más de treinta asesinatos a sangre fría, lucha por la territorialidad entre grupos al margen de la ley. La mirada no debe ser solo represiva, ni policiva, debe ir más allá, debemos preguntarnos que nos hace tan frágiles, por qué somos tan vulnerables. Como evitar ese amor desmedido del colombiano por el dinero fácil, como volver a los valores del trabajo y el esfuerzo como únicos motores de una sociedad. No es fácil la tarea, pero las alarmas están sonando.
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