EL ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE JORGE ELIECER GAITAN
Marcos Palacios ha escrito con acierto que la ausencia de gobiernos populares en Colombia es una diferencia sustancial frente a la experiencia de otros paises latinoamercianos. El país no vivió este fenómeno. Jorge Eliécer Gaitán, fue asesinado en circunstancias que aun no están claras el nueve de abril de 1948 y como ha sucedido siempre en esta atribulada nación, el crimen aun no se ha resuelto a pesar que el mismo cambió totalmente la política y la historia de Colombia. De hecho después de este crimen la violencia se recrudeció y el conflicto se convirtió en una cidra de mil cabezas que no acabamos de resolver. Gaitan estaba llamado a ser el presidente del pueblo, el caudillo que a través de las urnas llegaría al poder en nombre de los mas desfavorecidos. No fue así. Al igual que la muerte de Sucre en Barruecos, del general Uribe, la suya fue un crimen político sin solución alguna, con propósitos muy claros y que hace parte de las decisiones tomadas por fuerzas oscuras de este país, para decirlo en los términos de Otto Morales Benítez. Gaitan pretendió crear su propio movimiento, denominado el Unir, que término en un total fracaso. Después vuelve exitosamente al partido Liberal. Actualmente, los análisis consideran que Gaitán, más que un disidente del liberalismo, representa un nuevo movimiento que se convirtió en una alternativa política sustentada sobre un movimiento social. Según Alfonso López Michelsen, «Gaitán, a diferencia de la casi totalidad de sus contemporáneos, era un socialista de convicciones», y así lo identificaron muchos de sus coetáneos. Sin embargo, por la confusión que suscitan, las posiciones ideológicas de Gaitán han sido descritas como ambiguas y contradictorias. No obstante, ideológicamente existe continuidad en el pensamiento de Gaitán, tal como lo plasmó en Las ideas socialistas, en 1924, pero su acción política cambiaba de acuerdo a las circunstancias que se presentaran. El historiador Gonzalo Sánchez establece una hipótesis que expresa claramente el accionar político de Gaitán y del gaitanismo: «El proyecto gaitanista no tiene una formulación acabada en un momento dado, sino que se estructura en su trayectoria misma, integrando al presente su propio pasado. Pero esto no invalida la posibilidad de definir, en cada una de sus etapas, blancos claramente diferenciables sobre los cuales recae el énfasis de su acción». En síntesis, lo que cambiaba no eran sus ideas, lo que variaba eran sus tácticas políticas. A partir del asesinato de Gaitan, Colombia ha visto caer líderes, que han convertido nuestra historia en un viacrusis. El rosario es interminable en las tres últimas décadas: Lara Bonilla, Pardo Leal, Pizarro, Bernardo Jaramillo, Luís Carlos Galán, más de seis mil militantes de la UP, en un exterminio total de un partido, Lideres Sindicales, Alcaldes, concejales. Gaitan nos recuerda la incapacidad de un país para resolver políticamente sus diferencias, el camino de sangre y la falta de estado y gobernabilidad.
Marcos Palacios ha escrito con acierto que la ausencia de gobiernos populares en Colombia es una diferencia sustancial frente a la experiencia de otros paises latinoamercianos. El país no vivió este fenómeno. Jorge Eliécer Gaitán, fue asesinado en circunstancias que aun no están claras el nueve de abril de 1948 y como ha sucedido siempre en esta atribulada nación, el crimen aun no se ha resuelto a pesar que el mismo cambió totalmente la política y la historia de Colombia. De hecho después de este crimen la violencia se recrudeció y el conflicto se convirtió en una cidra de mil cabezas que no acabamos de resolver. Gaitan estaba llamado a ser el presidente del pueblo, el caudillo que a través de las urnas llegaría al poder en nombre de los mas desfavorecidos. No fue así. Al igual que la muerte de Sucre en Barruecos, del general Uribe, la suya fue un crimen político sin solución alguna, con propósitos muy claros y que hace parte de las decisiones tomadas por fuerzas oscuras de este país, para decirlo en los términos de Otto Morales Benítez. Gaitan pretendió crear su propio movimiento, denominado el Unir, que término en un total fracaso. Después vuelve exitosamente al partido Liberal. Actualmente, los análisis consideran que Gaitán, más que un disidente del liberalismo, representa un nuevo movimiento que se convirtió en una alternativa política sustentada sobre un movimiento social. Según Alfonso López Michelsen, «Gaitán, a diferencia de la casi totalidad de sus contemporáneos, era un socialista de convicciones», y así lo identificaron muchos de sus coetáneos. Sin embargo, por la confusión que suscitan, las posiciones ideológicas de Gaitán han sido descritas como ambiguas y contradictorias. No obstante, ideológicamente existe continuidad en el pensamiento de Gaitán, tal como lo plasmó en Las ideas socialistas, en 1924, pero su acción política cambiaba de acuerdo a las circunstancias que se presentaran. El historiador Gonzalo Sánchez establece una hipótesis que expresa claramente el accionar político de Gaitán y del gaitanismo: «El proyecto gaitanista no tiene una formulación acabada en un momento dado, sino que se estructura en su trayectoria misma, integrando al presente su propio pasado. Pero esto no invalida la posibilidad de definir, en cada una de sus etapas, blancos claramente diferenciables sobre los cuales recae el énfasis de su acción». En síntesis, lo que cambiaba no eran sus ideas, lo que variaba eran sus tácticas políticas. A partir del asesinato de Gaitan, Colombia ha visto caer líderes, que han convertido nuestra historia en un viacrusis. El rosario es interminable en las tres últimas décadas: Lara Bonilla, Pardo Leal, Pizarro, Bernardo Jaramillo, Luís Carlos Galán, más de seis mil militantes de la UP, en un exterminio total de un partido, Lideres Sindicales, Alcaldes, concejales. Gaitan nos recuerda la incapacidad de un país para resolver políticamente sus diferencias, el camino de sangre y la falta de estado y gobernabilidad.
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