LA TIERRA ES PARA QUIEN LA TRABAJA
En un trámite relámpago que todavía no ha sido aclarado, el Ministerio de Agricultura firmó un acuerdo para cambiarle la destinación al predio y, cuatro días más tarde, expidió una resolución para licitar y ceder esta tierra, propiedad del Estado. La tierra pasará por 50 años a manos de empresas del sector palmicultor. El proceso legal se inició en diciembre, se cerró el lunes pasado y el predio se adjudicará el 21 de febrero, a pesar de que el acuerdo 005 de septiembre del 2004 estableció que la tierra sería entregada a familias víctimas de la violencia paramilitar y guerrillera. Un acto que parece dictado por el alma perversa de Mr. Hyde. Juan Jose Hoyos: El Colombiano
El Marxismo con este eslogan puso sobre el tapete el problema mas grave que ha tenido Colombia desde su nacimiento como república y la semilla más visible del conflicto armado. Problema no resuelto por su puesto. Nuestro país ha demostrado una ambigüedad extrema en el caso de la distribución de tierras y la propiedad rural. El tema cobra actualidad ahora que el ministro de agricultura con cifras en la mano y un pragmatismo del más arcano descaro, en el caso de Carimagua, decide no entregarle la tierra a los desplazados, que entre otras cosas han sido personas desterradas de sus propias tierras, sobre el prurito que no tienen el dinero, ni la capacidad, ni la vocación para explotarlas. El editorialista del periódico el tiempo con absoluta lucidez señala: “Con el argumento de que la tierra es ácida y demanda grandes inversiones, el Ministro -y el presidente Uribe- ha dicho que hay que darla a empresarios con capacidad de explotarla y crear empleo. Otros, con base en las investigaciones realizadas en Carimagua, alegan que cualquier campesino, con el debido apoyo, podría sacarle provecho. Sería un error reducir el debate a esta simple lógica económica. El problema de fondo es otro: cuál es la actitud del Gobierno -y de la sociedad- ante el despojo de tierras que han sufrido los desplazados, el grupo de víctimas más grande del conflicto armado.” El señor ministro del más alto pelambre Neoliberal, aduce razones técnicas, cargadas de cifras, para tomar una decisión, que pone otra vez al gobierno de cara frente a los organismo multilaterales y la naciones Europeas, quienes siempre han visto con sospecha el proceso de reinserción de los paramilitares, señores que saquearon al país a sangre y fuego y hoy concentran más del 70 % de las tierras para la explotación agrícola bajo su propiedad. El desplazamiento es el problema mas grave que tiene el país, de suyo constituye uno de los marcos sobre los cuales se deberá reconfigurar cualquier solución política del conflicto Colombiano. Salidas como la del ministro son absolutamente inexplicables para asumir un tema de tanta envergadura, mas cuando se lesiona de manera directa a familias enteras. Sobra decir que estos actos de niño sobrado, de sucesor interpuesto, son lógicos frente a un hombre que pretende ser la voz frentera del uribismo de pura sangre.
El Marxismo con este eslogan puso sobre el tapete el problema mas grave que ha tenido Colombia desde su nacimiento como república y la semilla más visible del conflicto armado. Problema no resuelto por su puesto. Nuestro país ha demostrado una ambigüedad extrema en el caso de la distribución de tierras y la propiedad rural. El tema cobra actualidad ahora que el ministro de agricultura con cifras en la mano y un pragmatismo del más arcano descaro, en el caso de Carimagua, decide no entregarle la tierra a los desplazados, que entre otras cosas han sido personas desterradas de sus propias tierras, sobre el prurito que no tienen el dinero, ni la capacidad, ni la vocación para explotarlas. El editorialista del periódico el tiempo con absoluta lucidez señala: “Con el argumento de que la tierra es ácida y demanda grandes inversiones, el Ministro -y el presidente Uribe- ha dicho que hay que darla a empresarios con capacidad de explotarla y crear empleo. Otros, con base en las investigaciones realizadas en Carimagua, alegan que cualquier campesino, con el debido apoyo, podría sacarle provecho. Sería un error reducir el debate a esta simple lógica económica. El problema de fondo es otro: cuál es la actitud del Gobierno -y de la sociedad- ante el despojo de tierras que han sufrido los desplazados, el grupo de víctimas más grande del conflicto armado.” El señor ministro del más alto pelambre Neoliberal, aduce razones técnicas, cargadas de cifras, para tomar una decisión, que pone otra vez al gobierno de cara frente a los organismo multilaterales y la naciones Europeas, quienes siempre han visto con sospecha el proceso de reinserción de los paramilitares, señores que saquearon al país a sangre y fuego y hoy concentran más del 70 % de las tierras para la explotación agrícola bajo su propiedad. El desplazamiento es el problema mas grave que tiene el país, de suyo constituye uno de los marcos sobre los cuales se deberá reconfigurar cualquier solución política del conflicto Colombiano. Salidas como la del ministro son absolutamente inexplicables para asumir un tema de tanta envergadura, mas cuando se lesiona de manera directa a familias enteras. Sobra decir que estos actos de niño sobrado, de sucesor interpuesto, son lógicos frente a un hombre que pretende ser la voz frentera del uribismo de pura sangre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario