EL PARAMILITARISMO DESDE LA PERSPECTIVA
DE LA TEORIA DEL PODER
DE LA TEORIA DEL PODER
¿cuándo y cómo surgió el principio según el cual “la política es la guerra continuada con otros medios”?
foucault
Se podría oponer a la concepción moderna clásica, poder-contrato, un análisis en términos de guerra-represión. El objetivo de Foucault en “Il faut défendre la société” es abordar el poder en términos de guerra, de lucha, de combate, es decir, siguiendo la hipótesis Nietzsche. Más concretamente, Foucault se pregunta por el discurso que habría sido invertido por el principio de Clausewitz según el cual “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Foucault quiere estudiar el desarrollo histórico del discurso que dice: “la política es la continuación de la guerra por otros medios”. Se trata, entonces, de estudiar el poder a partir de este discurso, en términos de oposición de fuerzas, de enfrentamiento, de combate (Hobbes). La hipótesis de trabajo de Foucault lo lleva a confrontarse necesariamente con la teoría hobbesiana de la soberanía, es decir, la teoría de la instauración de la soberanía como medio para acabar con la guerra primitiva de todos contra todos. Es necesario traer de nuevo a colación otras vez la discusión sobre el paramilitarismo a su verdadero contexto, que no es otra cosa que una encarnizada lucha por compartir los poderes que antes estaban entrecruzados en una sola vía y monopolizados por la clase política, la guerrilla y sectores sociales como los sindicatos y los gremios. El narcotráfico desde la época de Pablo Escobar ha buscado un reconocimiento político y ha querido acceder de alguna manera el poder visible, que ha ayudado a sostener de manera soterrada desde hace mas de treinta años, en un concubinato con la clase política tradicional, que ya se hace insostenible y que según sus lideres debe flotar a lo institucional, en una especie de perdón y olvido, donde queda claro, que la torta deberá ser compartida por quienes pretenden haber ganado a sangre y fuego ese derecho desde hace mucho tiempo. La discusión rebasa los marcos institucionales y viola de antemano todo el derecho humanitario, pero la penetración paramilitar en casi todos los estamentos políticos y sociales, tendrá que quitarle el velo a la discusión y esta deberá realizar en todo el contexto real. Uribe, no sabe que hacer con los compromisos contraídos y menos con una serie de aliados, seriamente comprometidos en el tema y que se salieron de madre y ahora enfrentan líos muy serios. De igual manera, el gobierno americano, sabe a ciencia cierta, la magnitud de la discusión y reconoce lo delicado de la misma. No sabemos hasta cuando estará dispuesta a ceder, con miras a mantener uno de los pocos aliados incondicionales que le quedan en Latinoamérica. No es un problema simple y requiere estar muy atentos, pues el avasallamiento de noticias nos hace olvidar la gravedad de lo que sucede.
Se podría oponer a la concepción moderna clásica, poder-contrato, un análisis en términos de guerra-represión. El objetivo de Foucault en “Il faut défendre la société” es abordar el poder en términos de guerra, de lucha, de combate, es decir, siguiendo la hipótesis Nietzsche. Más concretamente, Foucault se pregunta por el discurso que habría sido invertido por el principio de Clausewitz según el cual “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Foucault quiere estudiar el desarrollo histórico del discurso que dice: “la política es la continuación de la guerra por otros medios”. Se trata, entonces, de estudiar el poder a partir de este discurso, en términos de oposición de fuerzas, de enfrentamiento, de combate (Hobbes). La hipótesis de trabajo de Foucault lo lleva a confrontarse necesariamente con la teoría hobbesiana de la soberanía, es decir, la teoría de la instauración de la soberanía como medio para acabar con la guerra primitiva de todos contra todos. Es necesario traer de nuevo a colación otras vez la discusión sobre el paramilitarismo a su verdadero contexto, que no es otra cosa que una encarnizada lucha por compartir los poderes que antes estaban entrecruzados en una sola vía y monopolizados por la clase política, la guerrilla y sectores sociales como los sindicatos y los gremios. El narcotráfico desde la época de Pablo Escobar ha buscado un reconocimiento político y ha querido acceder de alguna manera el poder visible, que ha ayudado a sostener de manera soterrada desde hace mas de treinta años, en un concubinato con la clase política tradicional, que ya se hace insostenible y que según sus lideres debe flotar a lo institucional, en una especie de perdón y olvido, donde queda claro, que la torta deberá ser compartida por quienes pretenden haber ganado a sangre y fuego ese derecho desde hace mucho tiempo. La discusión rebasa los marcos institucionales y viola de antemano todo el derecho humanitario, pero la penetración paramilitar en casi todos los estamentos políticos y sociales, tendrá que quitarle el velo a la discusión y esta deberá realizar en todo el contexto real. Uribe, no sabe que hacer con los compromisos contraídos y menos con una serie de aliados, seriamente comprometidos en el tema y que se salieron de madre y ahora enfrentan líos muy serios. De igual manera, el gobierno americano, sabe a ciencia cierta, la magnitud de la discusión y reconoce lo delicado de la misma. No sabemos hasta cuando estará dispuesta a ceder, con miras a mantener uno de los pocos aliados incondicionales que le quedan en Latinoamérica. No es un problema simple y requiere estar muy atentos, pues el avasallamiento de noticias nos hace olvidar la gravedad de lo que sucede.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario