Powered By Blogger

domingo, febrero 16, 2025

ENTRE LA LOCURA Y LA RAZON

 Los primeros veinticinco años del siglo XXI han sido pródigos en sorpresas: no solo el populismo se reinventó en ambos lados del espectro político sino que la pandemia de 2020 renovó una confianza, acaso excesiva, en el Estado. Por otra parte, los teléfonos inteligentes y las redes sociales se han vuelto los símbolos de una época que ha visto cómo la tecnología ha influido lo mismo en la protesta social que en nuestros consumos culturales y nuestra relación con la verdad. El del siglo XXI es también un mundo que ha tomado mayor conciencia del medio ambiente y los derechos de las minorías, y en el que las identidades se han convertido en el campo de batalla dentro y fuera de los campus. Las artes visuales y la literatura han buscado tomar pulso a estas transformaciones, no solo en sus temas sino en la manera en que llegan al público y conforman su canon. Editorial de la revista mexicana "Letras Libres".



La incertidumbre y una angustia irresoluta son los sellos de los últimos tiempos para el ciudadano de a pie. Recordé a Foucault quien en su obra memorable sobre la locura establecía  que, cuando la razón se erigía como el valor supremo en la sociedad moderna a partir de la ilustración, la locura empezó a ser vista como una antítesis de la razón. Esta oposición dual entre razón y locura se convirtió en un eje central en la construcción de la identidad de la modernidad. Ahora, estos tiempos dominados por el absurdo, que le dio vuelta a la tuerca de la historia y parece retroceder en sus conquistas casi cien años, confirmando la fatídica frase "aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo".

Después de la segunda guerra mundial, en los albores del 46 del siglo pasado, a partir de la reconstrucción de Europa basada en el famoso "Plan Marshall" que inaugura una política del bienestar, los deseos de una paz perpetua, el desmonte del colonialismo y una nueva fase de acuerdos y tratados en favor de la libertad y los derechos humanos, desde la ONU, que consolidaron y crearon una clase media fuerte, preparada, parecería que el mundo tendría un futuro más justo, basado en el progreso de la mano de la tecnología y el conocimiento como sustrato necesario a estas política. En otras partes del mundo por fuera del viejo continente, la realidad se tradujo de otra forma, para el caso latinoamericano, fue más cruel, lleno de dictaduras, con violencias nacidas desde el estado por una elite enceguecida con el poder  y en trágico transe hacía la democracia. Otra fue la realidad de los paises del este de Europa, del continente africano y del pacifico asiático. En todo caso, al final, pensábamos que estábamos de acuerdo en algunos temas: La democracia, el respeto por la naturaleza humana, el derecho a opinar libremente, el respeto por la soberanía de los pueblos y la aspiración a una justa distribución de la riqueza.

Es cierto que progresamos en muchos ítems, que nos enorgullecimos de muchos logros, científicos, técnicos, políticos y sociales. Pero citando a Herman Hess y a Thomas Hobbes: "El hombre es un lobo para el hombre".

En pleno siglo XXI, la humanidad parece retroceder a pasos agigantados, o es preciso reconocer que en el fondo, la humanidad nunca a cambiado: Los imperios están alborotados y manejados por verdadero locos: Putin, Trump, Milei, Xi Jinping, Kin Jong un,  para no citar una lista tutelar de dictadores inclasificables.   Es cierto que la locura ha sido históricamente un constructo social. Lo que se considera locura no es un hecho objetivo, sino una categorización que responde a contextos culturales y temporales específicos. Este enfoque pone en tela de juicio la supuesta objetividad de la ciencia y la medicina, sugiriendo que la locura es, en gran medida, un producto de las dinámicas de poder y de sus discursos. Pese a ellos, razón y locura antes que distanciarse parecen matrices del mismo plato: Radicalismo, deseos imperiales sin limite, desconocimiento de la historia e igual de infinidad de tratados internacionales, xenofobia, persecución por condiciones de genero, la religión como martillo y definidor  de la existencia en todas sus variables.....en fin.

La servidumbre humana, la obsesión por el autoflagelo de una sociedad de consumo insaciable, el canon por un tipo de vida mentiroso, cargado de estándares, desde la moda, hasta la forma de pensar y desear de lo ínfimo a lo total, desde un capitalismo voraz que no tiene contradictores lúcidos ni menos con alguna posibilidad de hacer tablas a este caos. 

Que posibilidades tiene el ciudadano de a pie. Fuera de trabajar y nunca cumplir las metas, de desear lo imposible y siempre estar frustrado, de vivir  alcanzado económicamente, endeudado y sin ninguna posibilidad de felicidad, pues el consumo es infinito y cada día un nuevo tipo de vida le aparece. La frase aquella que un optimista es un ser mal informado tiene una actualidad única.

Recordé el concepto de alienación en Marx y Sartre. Quisiera que no tuvieran la razón.  Para Marx, la alineación (o "alienación") se refiere a la separación del trabajador de los productos de su trabajo, un fenómeno que se intensifica en el capitalismo. En su obra "Manuscritos económicos y filosóficos" (1844), Marx argumenta que en una sociedad capitalista, el trabajador se convierte en una mera "cosa" y su trabajo, que debería ser un acto de creación personal, se transforma en un medio para generar ganancias para el capitalista. Esto produce una serie de formas de alienación: alienación del producto, del proceso de trabajo, de su esencia como ser humano y de los demás. El trabajador, al no tener control sobre el producto de su labor, se siente desconectado de sí mismo y de su entorno social. Esta pérdida de conexión es vista por Marx como una forma de deshumanización, que impide al individuo alcanzar su plena realización. No todo es cierto para estos tiempos pero algo queda de  estas reflexiones, 

Sartre  En su obra "El ser y la nada" (1943),  discute cómo la alineación puede surgir de la "mala fe" (mauvaise foi), un concepto que describe la tendencia del individuo a evadir su libertad y responsabilidad al adoptar roles predefinidos que limitan su autenticidad. La alineación, en este contexto, implica la aceptación de identidades sociales y expectativas externas, lo que lleva a una vida inauténtica. Sartre enfatiza que el ser humano es condenado a ser libre, lo que significa que siempre tiene la capacidad de elegir, aunque esto también conlleva la angustia de dicha libertad. La alineación, entonces, se presenta como un fenómeno donde el individuo se niega a asumir su libertad y se conforma con lo que la sociedad espera de él, perdiendo así su autenticidad. De igual manera, pareciera que explica alguna de las cosas que vivimos. Estamos redefinidos hasta la locura, con las tecnologías de la información y el conocimiento, el dominio de las redes, todo parece estar al punto de la locura y nada está completado, siempre hay algo que falta, siempre, no importa los logros, hay una especie de infelicidad perpetua que nos esclaviza a ser cada vez más activos, esclavos diría.

Que hacer.....Imposible decir...La razón también está atrapada en preconceptos, modelos, estrategias y estándares. Locura y razón, una constante en nuestras vidas. 

CESAR HERNANDO BUSTAMANTE HUERTAS






No hay comentarios.: