El
último libro de José Luis Pardo, me recordó el ensayo de Freud, “El Malestar de la cultura”, su nombre “Estudios
del malestar”, se refiere la crisis de occidente, señala una pérdida de
confianza de la sociedad frente al estado y las instituciones
y por su puesto la economía, expresó al respecto de esta publicación en el
diario “El País”: “—Este malestar es nuevo. Es un descontento no cuantificado
ni muy pensado, requiere armas de la filosofía, de la psicología, de la
economía. Hace falta finura para expresarlo. Si utilizo el término en lugar de
otros es para señalar qué tienen que ver estos estudios con el desprestigio y
desmontaje del Estado de bienestar. En 2007 escribí Introducción al
malestar en la cultura de masas… En aquella fecha nadie (yo, por lo menos,
no) pensaba aún en la crisis económica. Pero el germen del malestar estaba”. Es
una mirada desde la filosofía a la crisis que agobia al mundo, que tiene que
ver con la fe en el sistema, con la decadencia de la política, con la
desaceleración económica, con el escepticismo galopante, que es lo peor que le
puede pasar a una sociedad.
Alejandro
Gandara escribó en el periódico “El mundo” de españa sobre este libro: “José
Luis Pardo entiende la filosofía como el arte de hacer preguntas, y en este
libro sagaz y necesario plantea unas cuantas muy certeras: ¿cuáles son los
ingredientes de este uso político del malestar? ¿Cuáles son los peligros de una
forma de hacer política que parece añorar la acción directa, eludiendo las vías
democráticas? ¿Cuál es el papel que debe desempeñar la filosofía ante estos
retos? ¿Y la universidad como institución? ¿Y el arte y sus vanguardias?”.
Traigo a colación este libro porque pese al caos que representa esta crisis, es
evidente que no hay conciencia sobre lo que puede significar y resultar en términos
axiológicos y políticos, pues siempre las salidas a estos procesos de
incredulidad acentuada no son las mejores y terminan resolviéndose con
caudillos y dictadores de la peor pelambre, el ejemplo más flagrante lo tenemos
con el presidente Trump, inexplicable que los Estados Unidos hayan votado por
tan nefasto personaje. La referencia al comunismo en este texto no es casual, al
papel histórico en la sociedad española de este partido, no solo como ideología
cargada de esperanzas, hoy todas frustradas, termino al final en lo mismo, en
nada, dejando a la masa sin soportes, ni siquiera la ilusión de ser capaz de afrontar
la crisis.
En
lo económico la crisis es total, Esto significa que esta es más grave de lo
que piensan los políticos y los gobiernos. Es global, catalizada por los escándalos
de corrupción que dejan muy mal a las instituciones y al propio estado. Recordé
el libro de Joseph E. Stiglitz “El malestar de la globalización”, que sigue teniendo
una vigencia absoluta, explica cómo la fe inquebrantable en los mercados, la
apertura sin mecanismos de protección a las clases empresariales más
vulnerables, sin contrapesos, la liberación total de ciertos protocolos sin
tener en cuenta las industrias locales, la liberación del capitales, su
desmedro, todas variables que dejaron a la economía en manos de un pocos actores,
como siempre terminaron en bancarrotas, burbujas y concentración de la riqueza
en unas proporciones inimaginables. A ello se suma la crisis en la
productividad, el desempleo, la caída del consumo y la pérdida de fe de los
inversionistas de los últimos tres años, que llevó a la peor crisis social de
que se tenga conocimiento, la economía está en una inercia peligrosa.
Sumado
a esto está la crisis política, esta es total, no hay política, los intereses
personales la convirtieron en un negocio, la gente se siente timada por esta
clase, vaciada ideológicamente, el panorama es aún más gris, no hay propuestas, nadie cree en los partidos,
fenómeno que genera un escepticismo galopante. Alejandro Gandara reseña con mucha lucidez
sobre el texto de Jose Luis Pardo que alude a todo esto: “Al populismo de los
tuits, las pancartas y la demagogia, el autor contrapone un pensamiento crítico
que nos ayuda a desentrañar la realidad compleja en la que estamos inmersos. Y
para ello se sirve del bagaje histórico de la filosofía, empezando por Sócrates
y su diálogo en el Gorgias con el virulento Calicles, partidario de la pugna,
el conflicto y el enfrentamiento frente al acuerdo, que sentencia: «Qué amable
eres, Sócrates, llamas “moderados” a los idiotas.» Analiza también el tránsito
de Hegel a Marx, la reaparición en escena de Carl Schmitt y las propuestas de
pensadores convertidos en ideólogos como Ernesto Laclau o Philip Pettit, para
quienes la filosofía debe estar al servicio de la política. Frente a esta
postura, no habría que olvidar la advertencia de Kant: «No hay que esperar ni
que los reyes se hagan filósofos ni que los filósofos sean reyes. Tampoco hay
que desearlo; la posesión de la fuerza perjudica inevitablemente al libre
ejercicio de la razón.» Porque al olvidarla se olvidó también la descripción
del «filósofo» que debería figurar en el frontispicio de todas las facultades
del ramo, esa que dice que «los filósofos son por naturaleza inaptos para
banderías y propagandas de club; no son, por tanto, sospechosos de
proselitismo». Pensamiento frente al panfleto, reflexión frente al exabrupto y
reivindicación de una filosofía crítica que no sea vasalla de la política: he
ahí lo que propone Estudios del malestar, una lúcida y argumentada advertencia
acerca del malestar en el que vivimos y el que nos aguarda”[1].
La
iliquidez y la contracción económica son evidentes, la solución no se ve a la
vista y los gobiernos parecen no reaccionar, la discusión entre
intervencionista y neoliberales vuelve a la palestra, está como para alquilar balcón.
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