El papel manipulador de las encuestas en la elección presidencial
de Colombia, como en todos a lo largo del orbe, la incidencia que tienen estas en la
toma de decisiones de los electores y la lectura perversa de algunos medios quienes hacen interpretaciones
sesgadas, constituyen una de las formas
de manipulación más sutiles pero eficaces, los actores en este juego son muchos, los que, utilizando el soporte brindado por la redes
sociales y las tecnologías de la información y el
conocimiento: Crean tendencias inexistentes, asumen condiciones y significantes
mentirosos o amañados, generan expectativas y con pequeñas muestras terminan constriñendo al electorado. Ejemplos típicos: Si no votamos por Duque, el castrochavismo se tomará el país;
votar por De La Calle es regalar el voto, no habrá segunda vuelta, Fajardo
definitivamente perdió toda oportunidad; Germán ya no va…etc,etc.
Un estudio publicado por la UNAM de México expresaba: “Los
sondeos electorales se han convertido, en los últimos años, en uno de los items
de mayor interés periodístico durante la campaña electoral. Tanto las emisoras
de radio y de televisión, como los periódicos y revistas, e incluso los blogs y
páginas web de personalidades y organizaciones de diverso tipo, se esfuerzan
por informar, a golpe de sondeo, de las oportunidades respectivas de los distintos
partidos y candidatos. Todos rivalizan con fruición por ofrecer la mejor y
última encuesta, es decir, aquella que ha sido realizada de la forma más seria
y objetiva posible y que capta los movimientos de opinión producidos por el
último suceso político que ha tenido lugar en la campaña electoral”[1].
Para enfatizar adelante: “Las encuestas de opinión pública –categoría más
amplia que la de las encuestas electorales- son un valioso instrumento de
conocimiento y expresión de la opinión ciudadana, y así han sido consideradas
habitualmente, pero, cuando son divulgadas por los medios de comunicación y
llegan a conocimiento de los ciudadanos, se convierten además en un factor de
influencia sobre la propia configuración de la opinión pública”. En una
democracia, no podríamos evitar que se publiquen, pero si advertir como ellas
se convierten al final en determinantes, más cuando existe un electorado sin
compromiso, sin una lectura rigurosa de las propuestas, vulnerable para decirlo
sin corta-pisas. Dice el ensayo: “Como ha puesto agudamente de manifiesto la teoría
de la reflexividad social, inicialmente desarrollada por W. I. Thomas, cuando a
través de una encuesta alguien tiene conocimiento de las opiniones de los
demás, consciente o inconscientemente, se pone en marcha en su mente un
mecanismo de reacción que se traduce, según las circunstancias concurrentes,
bien en un refuerzo, bien en una inhibición o retracción de las propias ideas y
opiniones”.
En nuestro país, los medios tienen su propio candidato, difícilmente
mantienen la imparcialidad, de hecho hay excepciones, pero para todos es una
verdad irrefutable que la gran prensa, radio y televisión está en manos de los
grupos económicos dominantes, de los pulpos.
Cada dato revelado a través de una encuesta, “Se produce una
especie de feed-back o retroalimentación entre encuestas y opinión pública que
no parece tener fin: los sondeos dando a conocer las actitudes y opiniones de
la población sobre determinado asunto y los ciudadanos reaccionando a estos
datos y, en consecuencia, modificándolos. Cada input de información que se
obtiene de la población, cuando revierte sobre la misma resulta modificado, de
tal modo que la definición de la situación de la sociedad sobre determinado
asunto termina por convertirse en parte de esa situación. Ningún hecho
permanece, por tanto, igual a sí mismo después de haberse difundido como
información”.
La única manera de evitar ser manipulado es estar informado,
mantener los niveles de conocimiento y compromiso acorde con la importancia del
momento histórico que nos compromete, asumir posición y escuchar a cada uno de
los candidatos. En Colombia solemos entregar nuestra independencia, escucho
todos los días: Votaré por quien diga el doctor Uribe. No puedo entender de
ninguna manera esta posición, pero es una realidad.
[1] Las
encuestas electorales y el debate sobre su influencia en las elecciones Luis A.
Gálvez Muñoz
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