Estoy hablando de las
facturas, esas cuentas de cobro que nos asedian por doquier, producto del sistema y la sociedad capitalista, cuya estructura es una compleja trama, indescifrable, estas constituyen uno de sus ejes principales, un componente de suma importancia desde lo macro-económico, la relación del
individuo con el mundo se articula imprescindiblemente desde estos recibos, generan
mil cruces, todos obligan pecuniariamente, sino las paga las consecuencias son graves. Las facturas tienen
el don de atentar contra nuestra tranquilidad, representan una de las
peores servidumbres que impone el sistema.
Es imposible
desligarse de ellas, no atender la lista de ellas que nos obliga todos los días. En todas las
casas hay un sitio para las facturas. Una carpeta, una cajón de la mesa de
noche. Es como un lugar maldito, nos recuerda a su paso que, de no pagarlas,
las cosas no funcionaran bien en adelante. Antes había dos o tres facturas, la vida era
simple. Hoy son muchas. No recuerdo a mi padre preocupado por el pago de la TV,
esta era gratis, menos del internet, ahí estaba una enciclopedia que suplía
todo, menos el celular, había un teléfono para toda la casa, ahora se paga: El
propio, el de la esposa, el de cada hijo y uno adicional para las urgencia. Vivíamos en grandes barrios, no había por lo tanto el
pago de la administración, ni conjuntos cerrados, existía solo un celador en bicicleta sin importar lo grande que fuera el barrio, curiosamente al final no cuidaba a nadie, terminaba siendo el mandadero.
Una de las arterias vitales
del sistema capitalista son las facturas, sin ellas no funciona el sistema. Miremos bien su universo. Todo servicio genera
una factura. La luz, el agua, el aseo, saneamiento… en fin. A las cotidianas
les sumamos, el predial, el seguro del carro, la revisión metal-mecánica, las
suscripciones, la tarjeta de crédito, el curso de la niña, la cuota del banco,
la hipoteca, la universidad, el trasporte escolar, el parqueadero de la oficina………el
pago del seguro incluyendo el seguro funerario……..Estar vivo: significa estar
facturado, esta es la moraleja…..ser o factura. Producimos para pagar, el
entorno sobrevive gracias a estos pagos…somos un sistema de pago, la
modernidad, la tecnología, el entretenimiento y el mismo conocimiento dependen
de la capacidad de pago que tengamos.
Desde lo tributario
para el estado el lío es aún mayor, hablamos de ligas mayores, el recaudo en este caso es más complicado y por supuesto más alto. Para ello se crearon órganos de regulación y control muy fuertes. En esta escala las facturas siendo menores, son de
suma importancia para el sistema y su pago puntual constituye buen o mal síntoma
del funcionamiento de la economía. El tema principal sobre el cual quiero centrar
esta columna, es que estos recibos, se volvieron todo en nuestra existencia, se han convertido en una tortura. Un
hombre de pocas facturas, es un ser insignificante, no existe, no consume. Esta sociedad de consumo todos los días busca crear más obligaciones, se las
inventa, con sistemas de suscripción, ventas de productos innecesarios, casi
todos engaños bien promocionados por un mercado perverso. Otro fenómeno, es que
cuando usted merca, sale del supermercado y casi siempre se le olvida que el 19
% de la factura se la paga al estado, el IVA nos persigue. Como liberarnos de
la mayoría…hay que empezar a pensar en lo que consumimos…..cuál debería ser
nuestra relación con el estado en este tópico especifico, vaya usted a saber. Recuerden, no
pagarlas genera consecuencias mefastas.
No se entiende la falta
de compromiso de la sociedad en general con respecto a la agenda
de la Habana, que de hecho, le deja al país cifras contundentes sobre lo que ha significado el acuerdo con la FARC en materia de vidas humanas, convivencia pacífica y distensión, donde antes sólo existía violencia e incertidumbre ahora hay paz. Otra
cosa es que el estado no haya asumido la presencia en estas zonas y las bandas criminales,
la delincuencia común y ciertos grupos guerrilleros menores estén tratando de
consolidarse en las mismas por lo que significan en ingresos y rutas del narcotráfico.
Este año, que es el
último del gobierno, pese a la agenda legislativa que blindo los acuerdos,
deben tomarse decisiones administrativas que lo consoliden. La última revista
de la
universidad nacional: “Análisis político” en un ensayo denominado “Debilidades
institucionales a nivel local. Desafíos de la gestión territorial de paz”
señala de manera lúcida aspectos técnicos que deberán tenerse en cuenta para
consolidar los acuerdos y crear verdaderos territorios de paz. El ensayo tiene como propósito: “Las
debilidades técnicas y administrativas de las entidades territoriales, se
constituyen en una barrera para el proceso de implementación territorial de las
políticas públicas en Colombia. Paralelamente, los territorios más alejados del
centro andino han tenido que asumir la administración de recursos de inversión
y funcionamiento en contextos de violencia generalizada. Es necesario entonces,
para la construcción territorial de escenarios de pos-acuerdo, analizar las
problemáticas asociadas a la gestión pública en el marco de la débil capacidad
institucional en el nivel local. Este trabajo se elaboró desde un enfoque
cualitativo y descriptivo, donde se exponen conceptos y comprensiones
relacionadas a las problemáticas que enfrenta la gestión territorial de la paz”[1].
Cuando hablo de que la
agenda está lejos de cumplirse no lo hacemos por un prurito, esto no se
entiende sino visitando las zonas donde antes se vivía en una violencia
inexplicable en pleno siglo XXI. El
ensayo empieza con un acápite técnico define las competencias y la comprensión
a priori en este tema: “Para Vanier (2010), el territorio es un espacio de
construcción y apropiación social, que representa al mismo tiempo un marco de
regulación; un área para la acción estatal y un referente de identidad. Ahora
bien, en lo relacionado con la acción estatal, la territorialización, hace
referencia a los dispositivos mediante los cuales el Estado cubre todo el
territorio y así mismo, a los principios de cohesión interna que rigen al
Estado en su relación con la sociedad y con los mercados”. Señala adelante: “En
ese sentido, el análisis de la capacidad institucional tanto del Estado como de
las administraciones locales para adelantar procesos de territorialización de
políticas públicas, es multidimensional e incluye variables tan diversas como
la capacidad de las administraciones locales para imponerse frente a los grupos
ilegales y adelantar los procesos de gestión administrativa con independencia
de intereses particulares”.
Nuestros territorios (
el 75 % del total), aquellos alejados de la zona andina y los centros de poder,
de las ciudades que consideramos de manera equivoca como lo único que cuenta
para el país en términos de lectura de la realidad, son los beneficiarios de
los acuerdos, pero dependen del motor institucional, tanto local como nacional.
El ensayo es
contundente: “En ese sentido, las dificultades de la territorialización de la
acción pública en Colombia, está relacionada con la diversidad de actores y,
por lo tanto, la diversidad de intereses, legales e ilegales, que pueden llegar
a influenciar la actividad de las administraciones locales (Duque, 2015). Si se
tiene en cuenta esta premisa, se logran identificar algunas características de
las interacciones entre diferentes grupos de ciudadanos e instituciones en el
nivel local, por ejemplo: “(…) la presencia de corrupción de naturaleza
cuasi-sistémica, en algunas instancias y niveles de la administración, ante la
inclinación al irrespeto de reglas; la concepción de las instituciones formales
como mecanismos manipulables para conseguir fines propios y parcializados, y la
acumulación de aprendizaje criminal de distintos grupos ilegales, y alianza,
cooperación o subordinación de intereses legales a intereses de índole ilegal o
ilegítimos socialmente”[2].
El estado debe
enfrentar a la insurgencia que aun se mantiene vigente, no importa lo precaria
que sea en apariencia, su papel aun genera mucha perturbación, los grupos
ilegales y la propia corrupción y decisiones lentas de la administración local,
para no hablar de la administración nacional, que es emblemática.
Es un hecho que “las administraciones locales constituyen
quizás el principal instrumento para concretar la acción estatal en el
territorio. Cada administración, a través de un complejo de organismos y
conjunto de funcionarios, buscan satisfacer las necesidades de la población en
el marco del interés público, cumpliendo con los fines del sistema político”.
Las rutas del
pos-conflicto de acuerdo a la agenda firmada, a los compromisos del estado, deberá cumplirse
a cabalidad. La paz definitivamente genera muchos más dividendos que la
violencia, la corrupción y la ausencia del estado. La responsabilidad se marca
en el curso de la presencia del estado donde la gestión pública local articulada
con la administración central y la sociedad civil, constituyen el eje que nos
permitirá ir consolidando los laboratorios de paz y convivencia pacífica.
Las conclusiones del ensayo citado son claras en
lo que respecta a los puntos ineludibles que tendrán que tenerse en cuenta: se
base en el principio de descentralización y autonomía, desvirtuado por las
recientes reformas al Régimen de Transferencias y al Fondo Nacional de
Regalías. En ese sentido, es necesario revisar el tema de la asignación de
competencias y recursos tanto al poder central, como a las entidades territoriales.
Estableciendo con claridad, aquellas que pueden ser compartidas, más allá de
los principios de coordinación, subsidiariedad y concurrencia (Trujillo y
Pérez, 2016). Segunda: “implemente el modelo de Estado regional. Actualmente,
el nivel central con el apoyo del DNP, acogió el enfoque regional en el Plan
Nacional de Desarrollo, conformando regiones para la materialización de
políticas estatales. El objetivo de esta decisión, es llevar a cabo acciones en
territorios con características más o menos comunes, que permitan superar los
desequilibrios territoriales existentes en Colombia”.
[1]
Ángel Alberto Tuirán Sarmiento* Luis Fernando Trejos Rosero.
Debilidades institucionales
a nivel local. Desafíos de la gestión territorial de paz.
Los principales
indicadores macroeconómicas del 2017 no fueron los más positivos, esto quiere
decir que los gobiernos de las principales economías del mundo, quienes pretendían
salir de una des-aceleración galopante, bastante preocupante por cierto, no lo
lograron, la economía nunca mostró índices que permitieran inferir que lograron
dichas metas. Ni los Estados Unidos, ni Latinoamérica y menos Europa pueden
hablar con optimismo de sus logros. El mundo parece haber aprendido a caminar
en cámara lenta en esta materia y no se da con la fórmula que permita el
despegue hacía mejores horizontes, los indicadores siguen siendo fatales.
Guy Sorman, excelente
pensador francés, en un texto memorable que leí hace muchos años: “La economía
no miente” expresaba: La economía es una ciencia. Su objeto es distinguir entre
las buenas y las malas políticas. Sólo en el curso del siglo XX, las malas
políticas económicas devastaron las naciones y causaron más víctimas que
cualquier epidemia: La colectivización de las tierras en Rusia en 1920, en
China en los años cincuenta o en Tanzania 10 después, condenando a hambruna a
cientos de miles de campesinos. La emisión moneda sin respaldo desestabilizó a Alemania
de los años veinte y favoreció el ascenso del nazismo. En 2007 la
hiperinflación destruyó Zimbabue.”
De igual manera hay excelentes decisiones que han traído alivió a naciones y
pueblos: En materia económica las decisiones tomadas por China a partir de los
90 del siglo pasado, las del gobierno Chileno en los últimos 20 años, las de la
unión Europea frente a las naciones del este…en fin.
Paradójicamente las
políticas tomadas por los últimos gobiernos sin distingo en el mundo para
superar la crisis han sido en la mayoría de veces erradas, la reverberación de
los nacionalismos, la no atención a los acuerdos multilaterales, cierto
proteccionismo y política asimétricas entre occidente y los países emergentes
han generado más incertidumbre que confianza. Pese a que ciertas cifras de los Estados Unidos hablan de recuperación, realmente el ciudadano de a pie, no lo siente así.
Joseph E. Stiglitz en
su última columna aparecida en el periódico del diario “El espectador” con
respecto a la última reforma tributaría del gobierno de Trump expresa“Nunca una legislación etiquetada tanto
como reducción de impuestos y reforma fiscal ha recibido tanta desaprobación y
burla como recibió el proyecto de ley aprobado por el Congreso estadounidense y
promulgado como ley por el presidente Donald Trump justo antes de Navidad”. Con
respecto a las medidas de los Republicanos y del presidente para recortar los
programas de salud y protección a la mayoría de la población Paul Krugman
escribió: “No, es una cuestión de crueldad. En los últimos años ha quedado cada
vez más claro que el sufrimiento impuesto por la oposición republicana a los
programas pensados para establecer una red de seguridad no es un error, es una
característica. El objetivo es infligir dolor. Para entender a qué me refiero,
repasemos tres noticias sobre políticas de atención sanitaria”. La primera, no
han permitido la ampliación del Medicaid, En segundo lugar, “está la cuestión
de los requisitos laborales para ser perceptor del Medicaid”, “por último, está
el caso del seguro sanitario para niños. De nuevo, la financiación federal
expiró en septiembre, y millones de niños perderán pronto la cobertura si no se
restaura esa financiación. ¿Y cuánto tendrá que desembolsar el Tesoro si el
Congreso hace lo que debería haber hecho hace meses y restaura los fondos? La
respuesta, según la Oficina Presupuestaria del Congreso, es… nada”.
La demanda en el mundo
no despega, la desconfianza frente a las intempestivas e imprevisibles
decisiones del presidente de los Estados Unidos no generan confianza, el
Brexit, que aun no deja ver los acuerdos entre la comunidad e Inglaterra con
claridad y las distancias tecnológicas sin ningún eje que genere convergencias,
son factores que no permiten vislumbrar una salida pronta al fenómeno de des-aceleración,
de inercia.
Las expectativas en
este Enero no son las mejoras, pero es un hecho que los gobiernos deberán
generar políticas eficaces para salir de la crisis..Estas tendrán que ver con
el empleo, el aumento de la demanda y reglas claras que permitan a nivel global
generar confianza. Pese a mi escepticismo, en materia económica siempre deberá darse
salidas prontas…..no hay espera al respecto.
Siempre he traído a este blog artículos o entrevistas que
ameritan su reproducción no solo por su calidad sino por la importancia del tema. El
itinerario intelectual que descifra al hombre y su mundo nos va entregando
trabajos de suma importancia como el de esta autora. La importancia de Karen
Armstrong último premio de Asturias está descontada. Espero que mis escasos
lectores disfruten y aprovechen esta entrega. CESAR H BUSTAMANTE
BLANCA A.
GUTIÉRREZ - DICIEMBRE 2017
“La religión es un arte, no una ciencia
que imparta conocimiento”
La Universidad de Oxford perdió seguramente a una gran
profesora de Literatura Inglesa del siglo XIX cuando no aprobó el doctorado de
Karen Armstrong (Wildmoor, Reino Unido, 1944), pero el mundo ganó una de las
voces más autorizadas para hablar de religión, de compasión, de paz y de
solidaridad. Su compromiso activo con la difusión de este mensaje guiado por la regla
de oro —no hagas al prójimo lo que no quisieras para ti— le ha valido
el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2017, que recogió a finales
del pasado mes de octubre en Oviedo. Investigadora, estudiosa e historiadora de
las religiones, Karen Armstrong, avalada por una experiencia —“no muy
positiva”, dice— como monja católica, huye de la jerga académica para tratar de
que sus palabras lleguen a todos los rincones, especialmente fuera de esa
nueva aristocracia que, asegura, representa Occidente. Ha
publicado una veintena de libros en los que analiza el origen y evolución de
las religiones y los personajes que las han marcado. Entre ellos destacan Historia
de Jerusalén, Una historia de Dios, La gran transformación, En defensa de Dios,
Doce pasos hacia una vida compasiva y Campos de sangre (Paidós).
Ahora se encuentra inmersa en un estudio comparado de las Escrituras de las
grandes religiones del mundo.
—¿Ha encontrado alguna revelación en las Escrituras?
—Estoy encontrando dos cosas de gran interés. En primer
lugar, que nos es muy difícil leer las Escrituras hoy día, porque utilizamos la
razón. Y, de otro lado, que todas las Escrituras se centran en un ser humano
sagrado, todas ven a Dios en forma humana. Por ejemplo, Buda nos da una idea de
hombre ilustrado, de lo que todos somos capaces; nos muestra de lo que es capaz
un ser humano transformado por la divinidad. Otro ejemplo, el confucianismo,
que nos habla del hombre grande convertido en santo.
—¿Cómo debemos leer los textos religiosos?
—Dicen los neurofísicos que estamos metiendo la religión
demasiado en la cabeza y eso hace que pierda sentido. Tenemos que ir más allá.
La religión siempre ha estado acompañada del ritual, de la acción de aprender a
través del cuerpo: cuando los hinduistas unen las manos o cuando un musulmán se
pone en dirección a La Meca para rezar y se inclina, es una expresión corporal,
el cuerpo enseña más allá de lo racional lo que significa someterse a Dios, en
lugar de estar erguidos y mirar hacia uno mismo. Es necesario no solo leer las
Escrituras, sino hacer lo que dicen.
—¿Cuáles son los estereotipos en torno a la religión?
—El primer cliché que existe acerca de la religión es la
creencia en sí. Hablar de la religión es hablar de creer, pero la creencia es
un concepto muy moderno. En inglés, la palabra believeno
significaba la aceptación de una propuesta, sino confianza: tengo fe en ti,
tengo confianza, creo en ti. La fe trata de eso, del compromiso.
—Le preocupa el lenguaje. ¿Qué papel juegan las metáforas y
los dogmas en las Escrituras y en la religión, en general?
—Apenas hay dogmas en las Escrituras. Si miramos los
Evangelios, por ejemplo, no hay doctrinas complicadas. El Corán mismo tiene muy
poca doctrina. Lo que está pidiendo es justicia e igualdad, y que les demos
algo a los demás. Al final de tu vida no te juzgarán por tus creencias, sino
por lo que les hayas dado a otros. El hilo conductor que rige el Corán es que
no está bien crear una fortuna privada para uno mismo, sino que debes compartir
tu riqueza de manera justa y crear una sociedad en la que los pobres, los
vulnerables, sean tratados con respeto.
—Sin embargo, no se ha conseguido llevar a la práctica, al
menos de forma generalizada, la justicia y la igualdad, ese hilo conductor al
que se refiere y que sirve de punto de encuentro entre las religiones
monoteístas.
“Dicen los neurofísicos que estamos metiendo la religión
demasiado en la cabeza y eso hace que pierda sentido. Tenemos que ir más allá.
La religión siempre ha estado acompañada del ritual, de la acción de aprender a
través del cuerpo”—Es
cierto, pero hay que buscar la razón en el Estado premoderno. La aristocracia,
que es un movimiento pequeño, sometió con su poder al 90% de la población.
Ninguna civilización ha encontrado una alternativa a esto, y los historiadores
nos dicen que este sistema de desigualdad que tenemos ha sido necesario para
avanzar desde el nivel primitivo. Se creó una clase privilegiada que tenía
tiempo para poder dedicarse a las artes y a todo lo que ha enriquecido a la
humanidad. Se necesitaba saber leer y funcionar como un reloj para poder vivir
en ese sistema. Pero, claro, cuando recibieron educación, empezaron a pedir
igualdad. Ahora, en la época moderna, hemos sustituido la dependencia de la
agricultura por la tecnología y la industria, pero vivimos en un mundo con una
gran desigualdad, donde los inmigrantes se mueren literalmente por llegar a
Europa, por alejarse del horror. Y globalmente, hemos creado una nueva
aristocracia: Occidente frente al resto del mundo.
—¿Cómo tender un puente entre esa nueva aristocracia de
Occidente y Oriente?
—No es solo Oriente y Occidente, es también el Sur, África y
Sudamérica. A menos que creemos un puente con el mundo musulmán, no vamos a
sobrevivir. Tenemos los mismos valores y debemos darnos cuenta de que es
necesario que haya dos para que exista un conflicto. Hemos dado apoyo a
regímenes tiránicos, como Irán, y ahora debemos recalcar las debilidades de
nuestras culturas. Por ejemplo, yo, como británica, tengo que decir que si los
británicos se hubiesen comportado según la regla de oro con
sus colonias no tendríamos los problemas que tenemos hoy. Desde el Brexit la
gente dice: Vamos a hacer que Gran Bretaña sea otra vez grande, y yo digo: ¡No,
por Dios, ya lo hicimos mal una vez! Toda esta gente que está con las
banderitas debe saber lo que ocurrió, hay que explicárselo. El Brexit es una
negación de la realidad, va a contracorriente del mundo. Debemos estar muy
atentos ante el incremento de la xenofobia y el auge del fervor étnico y
nacional, porque hemos visto lo que ocurrió en el pasado.
—Ahora abrazamos las banderas en un resurgir del
nacionalismo, ¿la religión ha sido sustituida por el culto a la patria?
—Sí, la nación ha suplantado de alguna forma a Dios. Creo que
el estado-nación funcionó durante un tiempo, pero su palmarés ahora no está
siendo bueno, el nacionalismo ha dado lugar a dos guerras mundiales y en muchos
casos puede ser una forma de guerra.
—¿Cómo se combate el fundamentalismo?
—Con educación. El fundamentalismo es producto de la
ignorancia. Los jóvenes que se unen al Daesh lo hacen movidos por un
sentimiento de exaltación similar al que se vivía en las Cruzadas. No todos los
fundamentalistas son terroristas, pero hemos de examinar las circunstancias en
las que nació y para eso debemos remontarnos a la ocupación colonial. A
nosotros nos ha ayudado contar con un gobierno secular, pero no nos vino
impuesto. Gran parte del secularismo en el Oriente Medio ha sido bastante
nefasto.
—Vivimos en una sociedad individualista, ¿tiene cabida la
compasión que predica?
—No, las religiones no le dan el énfasis suficiente a la
compasión y puede que los políticos hablen de compasión, pero no la practican.
Parte del problema de la democracia es que todo tiene que ver con el “yo”,
“conmigo”, me tienes que elegir a mí, hay que conseguir el voto… Cada una de
las creencias religiosas ha interpretado la compasión a su manera, y la gente
no sabe qué es la compasión, piensan que es sentir pena por alguien. A veces,
se traduce por misericordia, que significa que yo estoy en una situación de privilegio
y entonces siento pena por ti. Pero la compasión tiene que ver con la igualdad.
Analizas tu corazón, piensas qué te haría daño y no se lo haces a otro. Esa es
la regla de oro.
—En su libro La gran transformación recorre
los primeros pasos espirituales del hombre y apuesta por recuperar los valores
religiosos, como la regla de oro, ¿no sería más práctico hacer
una interpretación secularizada de estos principios?
“La nación ha suplantado de alguna forma a Dios. Creo que el
estado-nación funcionó durante un tiempo, pero su palmarés ahora no está siendo
bueno, el nacionalismo puede ser una forma de guerra”—Sí, totalmente cierto, es una de las
cosas interesantes que me ha marcado a la hora de escribir La gran
transformación. La regla de oroforma parte de la
estructura de la humanidad, y claro que no tiene por qué ser religiosa. No
puedes ser religioso si no respetas la regla de oro, pero
tampoco puedes ser humano. Confucio dijo: Hay que servir a todos, y no vivían
en momentos pacíficos entonces, sino en sociedades similares a las nuestras,
que parecían desmoronarse.
—¿Quiénes son los profetas en una sociedad laica?
—Un profeta para mí es alguien que va a contracorriente, que
pone en entredicho las reglas existentes. Hay ciertas personas que son
gigantes, como Desmond Tutu o Nelson Mandela, si hubiese alguien de ese calibre
en Oriente Medio hoy día, las cosas podrían ser distintas. Un ejemplo claro es
Jomeini, no ha sido bien entendido en Occidente, pero fue un gran hombre. Ahora
necesitamos gente que tenga carisma moral.
—¿Pueden las religiones evolucionar y adaptarse a la sociedad
actual?
—No solo pueden, deben. La religión no solo habla de
doctrinas y de creencias, las doctrinas de fe no tienen sentido sin la práctica
de los ritos y de la moralidad. No se saca la verdad de los Evangelios salvo
que intentes implantarlos en una vida compasiva cada día. Necesitamos referentes
para dejar de ser una sociedad materialista, consumista o narcisista, pero esto
hoy es predicar en el desierto, porque la gente lo que quiere es que se le den
cosas y estar cómodos. El yoga, por ejemplo, en realidad era una forma
sistemática de destruir el ego, y ahora lo hemos convertido en un ejercicio
aeróbico para relajarte, o el mindful, que se supone que es
para sentirnos bien con nosotros mismos. Sin embargo, en el budismo, de donde
proviene, el mindful es la autopercepción del “yo”, y lo que persigue
es demostrar que no existe ese “yo”.
—Dentro de esa evolución, ¿la mujer dejará de tener un papel
secundario?
—Me agito mucho cuando se habla de patriarcado de las
religiones, ya que hasta hace poco el mundo era de los hombres. ¿Cuándo
logramos el voto las mujeres occidentales? Llevamos siglos de patriarcado.
Cuando me preguntan si habrá alguna vez una Papisa, digo que yo no la veré.
—¿Debemos prohibir el velo, por ejemplo, en las escuelas?
—Creo que no. Yo era monja, llevé mi hábito y nadie me pidió
que me lo quitara. No quiero que la mujer lleve nada que no quiera, pero la
historia nos enseña que cuantas más personas insistan en que se quite el velo,
más personas lo querrán llevar como desafío. Cuando pensamos en los grandes
problemas que asolan el mundo, el que una mujer lleve o no un velo me parece de
poca importancia, no hay nada sagrado ni hay motivo para tener que vestirse de
manera occidental para parecer moderno.
—¿Qué tiene de arte, de poesía, la religión?
—La religión es un arte, no una ciencia que imparta
conocimiento. Los seres humanos tenemos tendencia a caer en la desesperación, y
si no encontramos un valor en las cosas que hacemos, nos quedamos paralizados.
Somos el único animal que sabe que va a morir, y desde siempre, desde las
cuevas, hemos creado a la vez arte y religión.