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martes, enero 25, 2022

UNA MIRADA A LA VIOLENCIA COLOMBIANA

 Con los sucesos de violencia del DPTO de Arauca en Colombia en el último mes, donde es contundente que el estado no tiene dominio sobre el territorio, ni la política, menos en lo social y por lo tanto está lejos de ejercer dominios hegemónicos, queda claro que las múltiples violencias que reverberan en el país, pese a ser identificados por sus efectos, difícilmente son comprendidos y resulta claro, que estas dinámicas no solo tienen que ver con esta región sino que hacen parte de un problema estructural en todo el país, que están lejos de ser comprendido.

Algo estamos haciendo mal. A partir del año 30 del siglo pasado vivimos violencias escalonadas que en vez de atenuarse adquieren nueva dinámicas. Aprendimos a vivir con ellas. Hay un problema político, social sobre la superficie que esconde genealogías más graves. Estos tienen que ver con la historia, la inequidad, la propiedad de la tierra y el manejo del poder por parte de la elites.

Es un problema histórico, porque desde el descubrimiento, la apropiación, la rapiña, el desconocimiento y el exterminio es el paisaje común de nuestra cultura. Hemos pervivido en una cultura del desarraigo, carente de identidad que en muchas ocasiones, se convirtió en un quehacer, la violencia fue la manera de resolver la mayoría de nuestros conflictos.

Después de la independencia la constante histórica fueron las guerras civiles, la lucha partidista por el poder, el marco institucional se configuro a partir de estas disputas. La última confrontación del siglo XIX fue la guerra de los mil días. Los partidos tradicionales fueron siempre excluyentes y la política de la guerra fue la manera de imponer las ideologías y los sistemas de gobierno.

A partir del año 30 del siglo veinte, después del triunfo del partido liberal, la violencia volvió a instalarse en el país. Una violencia partidista mas cruenta. El partido liberal, de la mano de López Pumarejo, moderniza las instituciones, legaliza los sindicatos, establece la función social de la propiedad entre muchas reformas. A partir de esta época se instaura otro tipo de violencia y de hecho hasta la muerte de Gaitán, el país vivirá en un radicalismo perverso.

Después del asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán se inicia un periodo en Colombia conocido como la violencia que va hasta 1960. El partido liberal y el conservador se enfrentan en una lucha sin cuartel que generan mas de 200.000 muertos, donde las elites manejan el poder y el pueblo pone los muertos. 

Estamos hablado del gobierno de Laureano Gómez y de Urdaneta, de la dictadura de Rojas, del gobierno de transición y del frente nacional. Cada época tiene sus lecturas y cada región su propia historia especial en el marco nacional, con sus elites, insurgencias con su propia dinámica. Este periodo esta sobre-estudiado, conocemos como las tensas relaciones entre el partido liberal y el conservador generaron la aparición de las guerrillas que se incentivaron después de la revolución Cubana, pues los partidos utilizaron los grupos de resistencia al poder, como en el Llano, Tolima, como mecanismos de presión, que una vez creado el frente nacional abandonaron. A partir del 60 la historia está marcado por el ascenso de los grupos guerrilleros, el paramilitarismo y el narcotráfico.

A partir del 74 del siglo pasado, la historia de la violencia es más difícil de asumir desde una sola óptica. El narcotráfico, el paramilitarismo , la guerrilla y la infiltración de los dineros espurios,  serán el pan de cada día en este país.

En la próxima entrada hablaremos de esta época, terminando con la pregunta que pese a la forma del acuerdo de la Habana, por qué la violencia no cesa.

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