Vivo en Colombia, en
Medellín, soy un ciudadano anodino, común diría, todos los días oigo hablar
de la crisis del sistema de salud y realmente la padezco, pues tengo un hija diabética
con todo lo que ello implica, mi conocimiento es directo. Por causas que apenas
estoy develando, me apareció una trombo-flebitis en la parte inferior de mi pierna derecha, que me permitió vivir el
sistema desde adentro, lo que me llevó a varias reflexiones que quisiera
compartir.
Casi todas las
constituciones en el mundo, contemplan la salud como un derecho fundamental, esto les genera
a los estados unas responsabilidades inconmensurables y de obligatorio cumplimiento
desde el tenor de la ley. La ley 100 creó el modelo de salud en Colombia, cuyo objetivo
principal es darle cumplimiento a este ítem, el modelo fue tomado del sistema Chileno,
quien igualmente lo tomó del sistema americano.
Hay un régimen contributivo
y uno subsidiado conviviendo en el mismo modelo en Colombia. Los insumos que necesita el
sistema para funcionar frente a la
demanda de salud, con los recursos disponibles que son escasos, resulta asimétrico, lo que genera
siempre déficit: En el servicio, la cobertura real y el presupuesto.
A esto se suma los criterios con que se maneja, el negocio siempre prevalece sobre la
salud.
Para llegar a
realizarme un Dopller en la pierna, con mucha ayuda de los médicos, pese a la
urgencia expuesta, duré treinta días, lo que ya habla mucho del sistema. Después
de haber obtenido los resultados fui enviado de inmediato a urgencias. Llegue a
la unidad intermedia de Belén en Medellín. Allí, sentí la
congestión, el exceso de pacientes, la atención se lleva a cabo con muchas dificultades, me imagino por la demanda tan alta, esto hace que trabajen siempre a presión. La estadía en urgencias es torturante, uno puede esperar hasta tres horas para que lo atiendan, hay casos en que pasan hasta
cinco horas. Una vez llamados, nos atiende
de nuevo un médico, que de acuerdo a su evaluación nos ordena la hospitalización
o la descarta. Hasta este momento, nuestra óptica del sistema es caótica.
Cuando estamos adentro,
en la sala de atención de urgencias propiamente, somos testigos de un cuerpo médico y de
enfermeras, realmente atento, diligente, trabajando con cariño, pese a la presión, puedo decir
sin temor a equivocarme y pese a que trabajan con escasos recursos, que su cuota de voluntad es muy alta, nadie valora este factor de tanta importancia, hay una labor
encomiable.
La orden fue
hospitalizarme y de hecho, a las 24 horas estaba en el segundo piso en una
habitación compartida. El modelo desde lo estructural genera todos los déficit inimaginables, no
funciona, aun así, el cuerpo medico y las enfermeras realizan su mejor esfuerzo, la atención es muy buena al interior de la clínica, no deja de ser paradójico; un país con un recurso humano tan valioso,
preparado, no es capaz de generar un modelo estructurado, con disponibilidad física y recursos técnicos, que pueda cumplirle al
ciudadano común con la salud. El ex ministro de salud, Alejandro Gaviria, en muchas de sus entrevistas,
dejó entrever que es imposible que funcione, precisamente por el modelo, la cobertura total y el régimen subsidiado por si mismo, generan asimetrías imposibles de hacerlo viable.
Quiero darle gracias al Doctor
Sergio Álvarez, al médico jefe, al cuerpo de enfermeras que me atendió con tanta diligencia, a las practicantes del
Censa, a los médicos practicantes, a las señoras del aseo, a los celadores, todos ellos hacen su trabajo a cabalidad. Estos reconocimientos son apenas un testimonio y prueba de que no todo es malo. Igualmente
es un llamado a nuestra clase dirigente desde esta experiencia personal. Indudablemente
el sistema requiere hacer cambios. Lo mejor es emprender la tarea, hacerlo cuanto antes es prioritario, el sistema puede colapsar, el riesgo es latente, esto nadie lo duda.
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